La Legión de María en el Mundo
Este ejército mariano, ahora tan numeroso, tuvo los más humildes comienzos. No se formó conforme a un plan preconcebido; brotó espontáneamente. Tampoco se formuló un proyecto de reglas y prácticas. Al contrario, por todo preparativo, alguien sugirió una idea, se fijó una tarde, y se reunieron unas cuantas personas, sin sospechar que habían de ser instrumentos escogidos por la divina Providencia.
En nada se distinguió aquella primera junta de las que hoy celebra la Legión de María en el mundo entero. La mesa, alrededor de la cual se reunieron, tenía puesto un altarcito cuyo centro era una estatua de la Inmaculada (de la Medalla Milagrosa), sobre un lienzo blanco, entre dos floreros y dos candeleros, con velas encendidas. Este conjunto, tan rico en simbolismo, obedeció a la inspiración de una de las primeras socias. Y allí quedó cristalizado todo lo que representa la Legión de María.
El primer acto colectivo de aquellos legionarios fue arrodillarse. Aquellas frentes jóvenes y sinceras se inclinaron. Rezaron la invocación y la oración del Espíritu Santo; y luego, entre los dedos ya cansados por el trabajo del día, desgranaron las cuentas de la más sencilla de las prácticas piadosas. Al extinguirse el eco de las jaculatorias finales, se sentaron, y bajo los auspicios de María, representada allí por su imagen, se pusieron a pensar cuál sería el mejor modo de agradar a Dios y de hacerle amar en el mundo. De aquellas consideraciones brotó la Legión de María con todas sus características, tal como es hoy.
Aquel primer alistamiento de legionarios de Maria se hizo en Myra House, Francis Street, Dublin, Irlanda, a las ocho de la noche del 7 de septiembre de 1921, víspera de la fiesta de la Natividad de nuestra Señora. Por algún tiempo la organización se llamó "Asociación de Nuestra Señora de la Misericordia", nombre tomado del título del Praesidium madre.
La Legión de María en 1927, con 13 Praesidia en Dublín, hizo su primera fundación fuera de esa zona, en Waterford, Irlanda. Poco a poco, se fue extendiendo por el mundo entero, gracias a la generosidad y servicio de sus legionarios.
Con la bendición de los Papas, la aprobación de más de 2000 obispos y la acogida de innumerables sacerdotes del Clero secular y regular y de todas las Congregaciones, la Legión se ha recomendado a la Jerarquía por su disciplina, su dinamismo, su buen espíritu, su piedad y su sentido de organización. Todo ello nos lleva a pensar que estamos ante una obra divina y providencial suscitada por Dios para llevar a cabo sus designios providenciales.
Legión de María. ¡Qué nombre más acertado! (Pío XI)